Corrimos por el pasillo que daba a las escaleras y bajamos lo mas rápido posible todos los escalones. Yo sentía como si detrás mío me quisieran agarrar por la espalda y esa sensación me desesperaba. Sabía que todas estaban experimentando algo similar por las expresiones de terror de sus caras. Jamás había sido una persona que rompa reglas o actue de manera impredecible, y era en esas situaciones en las que me preguntaba como había gente que podía hacer “travesuras” y disfrutar de ellas. En ese aspecto era igual a Angelina.
Llegamos a la puerta que unía la casona con la ultima habitación donde habíamos estado minutos antes. Con el corazón a velocidad máxima y las manos transpiradas entramos. Respiramos de alivio.
Parvati estaba en medio de la pista bailando de una manera muy extraña. A juzgar por su apariencia había bebido lo suficiente como para no mantenerse en pie, pero tenía un buen bastón. Novak la sostenía por la cintura mientras ella movía los brazos y la cabeza.
Al ver semejante esenario Lee dijo:
-No puedo creer que esta loca se puso en pedo...
-Ay...que desubicada, ni se da cuenta de donde está- dijo Luna con cara de asco.
-Callate Lunita, que varias veces tuvimos que verte en ese estado...-reprimió Angelina.
-Es cierto, a parte, ¿qué tiene de malo????- dije apoyando a Angelina-. Es mas, deberíamos ir a esa mesa, pedir una cerveza y brindar del quilombo que nos salvamos recién allá arriba.
No pareció entusiasmarles mucho la idea, pero todas nos dirigimos a la mesa vacía mas cercana. Cuando estaba camino hacia donde ellas habían escogido me di cuenta que todavía tenía el libro en la mano. Un escalofrío de desesperación me recorrió por la espalda finalizando en el cuello y la piel se me erizó por completo. ¿Qué hacia yo con ese libro en la mano?, ¿Porqué no lo había dejado tirado por ahí?, DIOS MIO!, ¿y si alguien me había visto?... quedaba como una ladrona!!. Me escondí detrás de una columna y pensé durante dos minutos, que parecieron eternos para mi, dónde iba a dejar ese libro. Corrí hasta la parte trasera de la casa, y rodé toda la casona hasta llegar al auto de Lee. Cuando miro en dirección a mi destino, veo que me habían ganado de antemano. Lee estaba cerrando el baúl. Un impulso bien disimulado, me obligó a tirar el libro que llevaba detrás, sobre una planta bajita, lo mas parecida a un arbusto.
-¿Qué estas haciendo?- preguntó apurada Lee
-Estoy tomando aire, me sentía abombada adentro- mentí bien.
-Ah... siii, yo viene a dejar la cartera en el baúl. ¿Vamos adentro?, ¿te sentís mejor?- me agarró del brazo.
- Si, si, vamos.- miré de reojo el arbusto donde había dejado el libro.
Ya en la puerta trasera de la casa cuando mi amiga me llevaba del brazo cariñosamente, pensé: “Lee nunca usaba cartera”
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