31 de enero de 2008

Rodolfo

El escribió tres lineas cortas y cerró el sobre como dejando dentro muchas cosas más.
Contó todo su dinero, lo guardó un unas medias viejas y se fué.
Todo lo que tenía encima era lo que le quedaba. Ya no había mas de él en la que fué su casa. Caminó por la vereda de baldosas amarillas y se llenó los pulmones con el aire fresco de la mañana. Saludó a María, la vecina de la calle de enfrente, que regaba como cada mañana mientras tarareaba los tangos más lindos. Pensó que si se hubiera animado a decirle que la quería, hubieran vivido en compañia sus últimos años. Pero ahora ya estaba muy viejo y como las arrugas inundan la cara, las mañas llenan el corazón.

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